Desde luego, estamos a pocos meses de haber finalizado el gobierno aprista. Y conviene plantear una serie de interrogantes, no desde una óptica y nivel acostumbrados, sino a partir de un punto muy singular y siempre silenciado, los andes peruanos. De manera que, nos preguntamos ¿Realmente hubo un cambio responsable? ¿Hubo actos virtuosos? O mejor ¿El APRA ha reivindicado su doctrina e imagen? Los expertos en el tema tienen sus análisis y respuestas que son escuchadas y consideradas por la mayoría, pero las nuestras serán abordadas, como reitero, desde un espacio y una realidad particulares. Una realidad, donde no se comprende, cabalmente, el ser ni la razón de ser del Estado, en vista de que no se advierte su presencia, no se percibe su manifestación y, mucho menos, se nota su existencia.
Ante todo, las virtudes de la honestidad y la sinceridad me exigen a decir con franqueza, aún en contra de la opinión de la mayoría de mis conciudadanos, que sí, en efecto, ha llegado algunas chispas de ese “cambio responsable” y del anterior gobierno. No admitirlo, sería ser un mezquino. No lo digo porque fuera simpatizante del APRA, ya que un día tomé la determinación irrevocable de no ser jamás aprista, aunque admiro y comparto algunos postulados de su fundador. Lo digo más bien, con un ánimo de objetividad, y la verdad es que, ahora mi comunidad goza de electricidad, red movistar, TVperú, Radio Nacional, Programa Nacional Juntos, Seguro Integral de Salud, textos para nuestros hijos y un médico-serums en el puesto de salud. Estos y otros beneficios más, al menos en teoría, han llegado a nosotros a diferencia de hace 10 ó 15 años que no existían. Entonces, ¿significa que hubo inclusión social? Sí, pero no de la manera y en la medida que se esperaba de ese gobierno. Por eso, una gran parte de mis coterráneos, en estas últimas elecciones presidenciales, no votaron por aquellos candidatos que representaban, a decir de ellos, la “verdadera democracia” que había propiciado ese crecimiento económico, sino por alguien que cuestionaba la forma de manejo de esa bonanza económica por parte de esos “demócratas”. De hecho, las propuestas de una “verdadera” inclusión social y la lucha frontal contra la corrupción, han sido las ideas fuerza que calaron hondamente en los electores de los andes peruanos. Aspectos que fueron descuidados por los gobiernos de prosperidad económica que no supieron combatir con serias políticas de Estado, ya sea por incapacidad o por la eterna indiferencia e insensibilidad de los gobernantes con las causas de tantos peruanos desfavorecidos, sobre todo, de los andes.
Ahora bien, ¿por qué no nos sentimos incluidos socialmente a pesar del crecimiento económico? ¿Por qué a pesar de que, han llegado algunos beneficios a nuestras comunidades la mayoría de mis conciudadanos optaron por alguien a quien tildaron de peligrar la vigencia de la democracia? Una manera de responder estas interrogantes es apelando a la experiencia, “ir a las cosas mismas”. Lo cierto es que, a pesar de estos beneficios no ha acontecido un “cambio sustancial” en nuestras comunidades, o sea, no en la manera y en la medida que esperábamos. Cosa que sí, para los que siempre han tenido, indudablemente han llegado a tener mucho más. Entonces, sí hubo para ellos ese “cambio responsable” y sustancial, pero no para nosotros. Quiero sostener este postulado a partir de casos que relato a continuación.
Por una parte, estas cosas suceden porque no todos los docentes están preparados para usar adecuadamente esos textos; por otra, no existe capacitación de docentes de estos lugares, a veces las municipalidades intentan capacitarlos una vez al año o una vez cada dos años, a decir verdad, estas son tan deficientes que no dan ningún tipo de resultado. Respaldo la idea de evaluar a los docentes, pero creo que este gobierno les ha maltratado sistemáticamente al evaluarlos sin capacitar, al menos a los nuestros. Es totalmente difícil que los docentes de estos lugares tengan capacitaciones buenas y permanentes, dado que no están cerca a institutos, universidades, bibliotecas o internet, medios indispensables para mantenerse capacitado y actualizado. La ínfima remuneración que reciben no les alcanza para ir a capacitarse a las ciudades. De modo que, la evaluación de docentes ha sido planteada, como siempre, pensando en las condiciones de los de Lima y ciudades. Por lógica, ser medido con la misma vara sin haber tenido las mismas oportunidades, en todos los mundos posibles es injusto y descabellado. El gobierno no ha financiado una sola capacitación para los docentes de nuestras comunidades.
En la misma línea, otro punto a tener en cuenta es el nombramiento y contratación de docentes. El criterio de nombrarlos y contratarlos mediante una evaluación me parece una idea acertada y buena. Sin embargo, la corrupción en estas evaluaciones desvirtúa todo y el gobierno ha sido incapaz de afrontar y reconocer ese problema. He conversado con los docentes nombrados y contratados de este y años anteriores; muchos de ellos admiten que sí consiguieron y compraron las claves de las respuestas horas antes de la evaluación. Si ellos admiten, por qué el gobierno insiste en que las evaluaciones son transparentes. Obviamente no son todos, los que compran, pero sí son muchos, sobre todo, en las regiones. Yo plantearía un reto al Ministerio de Educación que cuando haya una evaluación, siembre al personal de inteligencia en las regiones, específicamente, en los hoteles y hospedajes donde pernoctan los docentes, días y horas antes del examen, ahí sabrá que lo que digo es verdad. En suma, muchos de los nombramientos y contrataciones de los docentes no son por méritos académicos ni profesionales, sino por “gancho” y plata.
No obstante, es oportuno reconocer también el mérito y la calidad de algunos docentes, que a pesar de tantas limitaciones, carencias y atropellos no solo del Estado sino también de la naturaleza destacan por su vocación, nivel y entrega apasionada a la actividad docente, e intentan creativamente educar y brindar un aprendizaje significativo a sus alumnos.
Por otra parte, es cierto también que hay más aulas nuevas, más escuelas, pero con el mismo esquema tradicional, o sea, sin equipamiento, sin implementación y sin laboratorios. Más letras y teoría que ciencias y práctica. Más imitación y repetición que innovación, creatividad y tecnología. Tal es así que, nuestros hijos al culminar la secundaria no son competentes en nada. No pueden ejercer algún tipo de oficio o conseguir un empleo digno, porque no están preparados ni para la universidad ni para trabajar. La mayoría de los padres son campesinos que trabajan para subsistir, cuyos hijos por falta de recursos y oportunidades se quedan a labrar sus tierras, algunos constituyen inmediatamente su familia y muchos migran a las ciudades en busca de oportunidades que nadie se preocupó de crear y fomentar en sus tierras. Ciudades que, en las más de las veces, son crueles y despiadados donde son maltratados, estafados y explotados en empleos denigrantes. Algunos de ellos, a pesar de todo, contra todo pronóstico, logran sobresalir y son exitosos empresarios y profesionales para el orgullo de nuestro país y nuestras comunidades. No obstante, es tan real también que muchos de nuestros talentos y estudiantes brillantes, por falta de oportunidades han visto sucumbir sus grandes sueños y esperanzas, y se han dedicado a las actividades que les permita sobrevivir.
Es así como marcha la educación en los andes peruanos, con parámetros manifiestos de una educación tradicional y retrógrada. Donde el docente aún, en el momento de la evaluación dicta las preguntas y los alumnos arrancando las hojas de sus cuadernos las escriben y responden, exactamente era lo que yo hacía en el siglo pasado. Los textos no son usados adecuadamente, porque no responden a la realidad de estas comunidades. Los textos de quechua no son el quechua que nosotros hablamos. Los docentes no son capacitados y son evaluados sin haber sido preparados. Los colegios no están implementados, no tienen laboratorios, no existe el internet. Una gran parte de la programación curricular no se llega a desarrollar. Ninguna universidad, empresa o institución se interesa por estas comunidades, a pesar de tantos talentos no hay uno solo que haya sido becado por ellas. La UGEL parece una casa de lenocinio donde cada cierto tiempo aparece un nuevo director y personal que ostenta tener dinero y gancho en la DREA. El sector educación es uno de los más corruptos e ineficientes del Estado, hasta el extremo de ser ciego y paradójico que ha exigido y obligado a los directores y docentes de los colegios de nuestras comunidades a ingresar datos de todos los profesores, padres de familia y alumnos vía virtual a la página web del Ministerio de Educación. Un proyecto e iniciativa loable, pero completamente desatinado para nuestra realidad, puesto que, primero no todos tienen computadora, por lo mismo no saben usar; segundo, no han sido bien capacitados, y tercero, lo más grave, no existe internet en nuestras comunidades, ni en el distrito ni en la provincia. Entonces, viajan sólo por eso motivo, hasta la capital de la región que está desde nuestras comunidades a 12 ó 14 horas de ida y otros tanto de retorno. Lo eficiente y razonable sería haberles, en primer lugar, capacitado y proporcionado esas herramientas a cada institución, y luego, exigido y obligado. Pero no fue así. De modo tal que, lo que hubo en educación no es un “cambio responsable”, sino “irresponsable” de comenzar por lo último y terminar por lo primero. Claro, los gobernantes, siempre, han hecho las cosas pensando más en los que tienen mayor ventaja y postergando a los que menor. ASÍ “AVANZÓ” LA EDUCACIÓN EN LOS ANDES PERUANOS.
En JUSTICIA Y SEGURIDAD, nosotros no hemos percibido ni una pizca de cambio. Nada ha cambiado nuestra experiencia de que la justicia existe solamente para los ricos y no para los pobres. Derechos tienen los poderosos y los “instruidos”, pero no los desposeídos. Todos suscriben que la justicia se compra y se vende. Nadie cree en la justicia humana, quizá en la divina. Por decir, algunos líderes y campesinos de nuestras comunidades fueron acusados y encarcelados injustamente, sin derecho a un debido proceso. Y los verdaderos infractores de la ley, los corruptos y saqueadores de los recursos públicos deambulan libre y descaradamente. Por los más de S/. 20 000 000 (veinte millones de soles) que ha recibido mi distrito y otros tanto mi provincia en la última década, nadie ha rendido cuenta, nadie ha fiscalizado, nunca llegó la Contraloría. Y la verdad es que con ese monto no se ha hecho ni siquiera una buena carretera a las comunidades del distrito, en las que más del 80% de la población vive.
Por todos esos motivos relatados, no nos sentimos incluidos socialmente, no sentimos los beneficios del canon minero, ni del crecimiento del PBI de nuestro país. La emoción y los sentimientos que más nos embargan no son el entusiasmo ni el optimismo, sino indignación, impotencia y resignación. Lo poco que el Estado destina para nuestros beneficios, una gran parte se queda en el camino sustraído por los zánganos y corruptos de siempre, quienes enterados de que aquí no hay justicia, ni hay Contraloría hacen los que más les venga en gana. No hay presencia del Estado. La corrupción en estos lugares y en todos los niveles de las instituciones del Estado es la peor epidemia que azota y atrofia el progreso y la inclusión social. El gobierno ha sido incapaz de combatir con acciones eficaces esta pestilencia. Como se puede colegir, si esto pasa en una comunidad de una región tan “rica”, cuanto más grave debe ser el asunto en aquellas comunidades más alejadas de las regiones con menos recursos. ASÍ “AVANZO” LA JUSTICIA Y SEGURIDAD EN LOS ANDES PERUANOS.
Finalmente, tengo que admitir que el gobierno del “cambio responsable”, sí, de hecho, ha logrado un cambio sustancial y responsable en muchos espacios y temas, sobre todo, en Lima y algunas regiones y ciudades prósperas. Ese cambio sustancial, no obstante, ha acontecido para los que siempre han tenido más ventaja, por eso hablan fervientemente del crecimiento económico, pero no tanto para los que siempre hemos sido invisibles, sin voces para el Estado. Lo que hubo para nosotros es un “cambio accidental”, irrelevante e insignificante. Un cambio sustancial será para nosotros cuando nuestros hijos tengan una educación de calidad, una salud de calidad accesible a nuestras posibilidades, una carretera asfaltada a nuestras provincias y pueblos, una justicia real y rauda en nuestra manera de conducirnos y en la fiscalización y control de la administración de los recursos públicos. Por sobre todas las cosas, la lucha frontal contra la corrupción. El statu quo de nuestras comunidades está muy lejos de estas condiciones, por eso no nos sentimos incluidos y las secuelas de la corrupción que provienen desde las más altas esferas del poder nos han perjudicado totalmente. En consecuencia, el gobierno del APRA más que responsable ha sido “irresponsable” con nosotros. Desde nuestra impotencia y resignación, pedimos al nuevo gobierno inclusión y combate sin cuartel a la corrupción. No con las armas del asistencialismo, sino con las armas de una educación de calidad. No queremos pescado, queremos aprender a pescar. En suma, ASI “AVANZÓ” EL PERÚ EN LOS ANDES PERUANOS.
SON ALGUNOS DE LOS NUESTROS QUE A PESAR DE LAS LIMITACIONES FORJARÁN UN GRAN PERÚ |